Deia, 1ª semana de enero (detalle) |
Deia |
Silvia, 2ª semana de enero |
Silvia, detalle. |
Inspiraciones al desnudo.
Geraldo Gilberto publicó los extraordinarios dibujos de Nikolai Fechin (el enlace continúa de post anteriores y se puede seguir hacia atrás) y también otra pequeña muestra en su otro blog. Ambos blogs son una auténtica inmersión en pintura pura, plena, madura, exhuberante -sobre todo pintura rusa pero no únicamente-... que uno puede contemplar hasta saciarse y seguir otro día, y de donde siempre se aprende algo. (Ver por ejemplo todas las entradas de diciembre de 2011 en O mundo de arte, quizás yendo de la antigua a las más reciente. Mientras preparaba la entrada ha publicado otra de dibujos de la Academia de S. Petersburgo...)
Por las mismas fechas vi los desnudos de Wendy Artin en monocromo. (La conocí gracias a una entrada que le dedicó Nuria Mejías, y después de un comentario que me hizo Olivia recomendando W. Artin: ¡para todo esto sirven los blogs!)
De ambas inspiraciones mezcladas -quizá confusas- pensé si podría trabajar el desnudo en monocromo o en bicromo como otros temas y con una buena base de lápiz... El primer jueves del año me presenté a mi cita semanal en el Cercle St. Lluc con esta idea en la cabeza: dibujar, dibujar con un lápiz de dibujar, un lápiz blando del 1 (2B ó B), aunque al borrar se ensucie algo, no uno de esos lápices del 3 (H) o del 4 (2H) que ni ves la línea en el papel de acuarela... y después agua y uno o dos colores...
Pero cuando estuve ante la modelo quedé desarmado. Ese dia estaba Deia, la brasileña, con su piel de color chocolate. No tuve valor de seguir mi propósito con ese color que la realidad me ofrecía y lanzarme al sepia o al gris... así que obedientemente saqué el tubo de tierra siena tostada que parece hecho ex professo. Tampoco me atreví a quedarme sólo con el tierra: la riqueza de los matices pudo más... con esfuerzo me limité a carmín y azul cobalto... En fin, de monocromo, nada; sin embargo algo de la intención original creo percibir en el resultado.
A la semana siguiente volví con la misma intención. Estaba otra modelo conocida, Silvia, una chica con aspecto de buena persona que se estaba quietecita con la mirada al frente. "Bien, esto del bicromo tampoco va a ser hoy" -pensé... Esta vez ni lo intenté: la piel me iba llamando a todos los matices, y si ésa era la llamada, así debía ser, más valía seguir el instinto. En el descanso, Silvia me hizo una crítica sobre la forma del rostro y miré de arreglarlo. A la hora de recoger le gustó el resultado y se hizo una foto de la acuarela. Esto también motiva.
La tercera semana había un chico... (continuará)